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Documentales
Nueva York lo tiene todo, menos sitio. Por eso los jardines suelen encontrarse en los techos. Los que pueden permitírselo invierten en un jardín de cuidado diseño como espacio representativo. Por el contrario, los jardines públicos fueron descuidados durante décadas y se convirtieron en un lugar de reunión para delincuentes. Pero algunos de ellos vuelven a brillar con toda su antigua gloria.
Irlanda es denominada como la isla verde, no sólo se identifica con el típicamente árido pantano alto, si no también con sus jardines florecientes, que sin embargo se mantienen escondidos ocultándose bajo las tormentas del mar y de la historia.
La capital india posee una cultura de jardines especialmente rica. Desde históricos jardines sepulcrales indios hasta los jardines austeros de la era mogol, pasando por los jardines coloniales de los británicos hasta los diseños internacionales de los nuevos ricos. Los jardines de Nueva Delhi representan la diversidad de épocas, religiones y culturas que hacen a esta ciudad tan fascinante.
Arabia Saudí invierte mucho dinero para llevar el verde a sus paisajes desérticos. En el ajardinamiento de Riad o el cultivo de jardines privados, el clima árido y la escasez de agua son factores tan decisivos como la tradición árabe y la voluntad de ir a la vanguardia. Uno de los más importantes paisajistas en Arabia Saudí es el alemán Richard Bödeker.
Un campo de césped no tiene más que hierba, pero es mucho más que eso. La historia del césped se remonta a la edad Antigua. Hasta hoy es un símbolo de ascenso social. El constante combate contra malas hierbas y maleza, no es sólo un enorme negocio: a veces se convierte en una obsesión.
Marrakech, en Marruecos, surgió de un solo oasis. Los jardines, con su agua y su sombra, son un lujo en este clima. Suelen ubicarse junto a las plantaciones o detrás de las casas de los ricos. Inspiran a artistas y proveen ingresos y formación para los jóvenes.
La jardinería francesa es famosa por sus amplias perspectivas y sus paisajes geométricamente ordenados. Durante el Absolutismo, su dominio sobre la naturaleza era un símbolo de la omnipotencia del rey. Actualmente hay en París modernos jardines al servicio de la gente común. En pequeños jardines comunales, los urbanitas parisinos experimentan la naturaleza y la convivencia social.