El Arzobispo de León, Jaime Calderón Calderón, encendió ocho velas en el altar de la Catedral durante la misa dominical en memoria de los jóvenes asesinados en San José de Mendoza, Salamanca, así como por todos los desaparecidos en México.

Este gesto simbólico busca honrar la memoria de las víctimas de la violencia.

“Te pedimos, Señor, por la vida de aquellos jóvenes que fue arrebatada. Pidamos también por la conversión de quienes hacen el mal”, expresó Monseñor Calderón.

Durante su homilía, el Arzobispo abordó la gravedad de los pecados que afectan a la sociedad, al enfatizar que el asesinato, el robo y la justificación de las malas acciones son algunos de los más serios.

“Debemos tener conciencia del pecado y no vivir justificándonos. Decir que esto es una debilidad, es una tentación y no pasa nada, es justificarnos y hacer como si no existiera una falta a nosotros o a Dios mismo”, afirmó.

En su llamado a la reflexión, Calderón destacó la importancia de reconocer nuestras propias faltas y no caer en la trampa de vernos únicamente como los buenos.

“Es fundamental considerar los frutos que uno da: si son de amor o movidos por el interés propio”, agregó, al invitar a los fieles a evaluar su vida en este tiempo de Cuaresma.

La misa finalizó con un sentido clamor por la paz y la justicia que ha resonado en los corazones de los asistentes.