Por: Jorge Rodríguez.

En el estado de Guanajuato, la Cuaresma trae consigo una tradición llena de sabor, historia y fe: las Siete Cazuelas. Esta costumbre, que ha pasado de generación en generación, tiene profundas raíces en las comunidades guanajuatenses, como en el barrio del Mercado Carro Verde, donde desde 1972 la Cocina Angélica mantiene viva esta práctica.

Las Siete Cazuelas consisten en preparar siete platillos diferentes, libres de carne roja, en respeto a las prácticas de ayuno y abstinencia propias de la Cuaresma. Cada cazuela representa uno de los siete días de la Semana Santa o los siete templos que tradicionalmente se visitan en el Jueves Santo.

"Bueno, nos lo dejaron nuestros antepasados. Nuestras abuelitas, nuestras bisabuelas. Eso comían para estos días de viernes de Cuaresma," comparte Angélica Márquez, dueña de Cocina Angélica, una fonda que ha formado parte del Mercado Carro Verde durante más de 50 años.

Entre los platillos más populares de las Siete Cazuelas destacan:

- Tortitas de camarón. - Sopa de lentejas. - Sopa de habas. - Tortitas de papa. - Chiles rellenos. - Filete de pescado. - El tradicional dulce de capirotada.

Además de estas delicias, Angélica menciona que también se prepara una bebida especial para acompañar la comida. "Igual también el agua... hay gente que le dice agua de sangre de Cristo, el agua de betabel con frutas," explica, refiriéndose al agua de obispo, una tradición que realza aún más la experiencia culinaria.

Esta práctica, que data de siglos pasados, no solo es un símbolo de respeto y reflexión durante la Cuaresma, sino también una oportunidad para reunir a las familias y preservar la identidad cultural de Guanajuato. "Como en estos días no se come carne, ellas preparaban sus ricas tortas de camarón, las habas, las lentejas… eso era la tradición que se nos quedó," añade Angélica.

Las Siete Cazuelas son un testimonio vivo de cómo la gastronomía puede convertirse en un puente entre la tradición y la actualidad, conectando a generaciones a través del sabor y la devoción. Y en cada plato, la historia de las abuelas y bisabuelas sigue presente, manteniendo viva una tradición que une a la comunidad guanajuatense.