La Puerta de San Juan es el pueblo piñatero de Guanajuato, donde las familias fabrican este tan tradicional y folklórico producto, a fin de llevar alegría a las familias mexicanas.

Situado a 24.7 kilómetros del municipio de Manuel Doblado y con un aproximado de 1 mil 009 habitantes, la Puerta de San Juan, ha destacado porque sus habitantes producen piñatas desde cero, es decir, elaboran el casquillo, le dan forma y las visten con colores que evocan hasta en el más resentido, júbilo de verlas.

Para hacer una piñata tradicional lo primordial es contar con un molde a base de yeso, que, de acuerdo con el señor, José Remigio, artesano desde hace 54 años, la estrella es la favorita de las familias.

“Es el paso número uno, es iniciar con la cáscara, a base de engrudo y periódico, se va poniendo al molde y se hacen de tres capas, se inicia con la primera hoja y consecutivamente se van poniendo las demás”, explicó.

Para su hechura es muy importante contar con un buen engrudo, mezcla de harina y agua fría que se revuelve hasta obtener una pasta líquida, que ayuda a dar estabilidad a la “cáscara”.

Luego de dejarla secar a sol directo hasta por 8 horas es momento de pegarle los picos o aditamentos necesarios para darle una mejor forma, según explicó Jesús, quien se encarga de esta tan importante labor que requiere de un poco de creatividad.

“Pues es que hay de todo, hay trabajos, pero también hay fácil como la estrella que es la más fácil de hacer, solo es cosa de ponerle los picos y ya. También hay figuras que son como el venado, la piñata de policía, son figuras un poco más difíciles, pero poco a poco las vamos sacando, pero esta de la estrella es la más fácil, no tienen nada de trabajo”, explicó.

A su vez el señor José, no pierde tiempo, y alista el papel de china con el que será recubierto el cascarón seco y que dará vida a las figuras. Una vez que todo quedó listo se pasa a la zona de decorado a cargo de la señora María y sus cuatro ayudantes, que, en conjunto, echan a volar su imaginación y dedican horas pegando ojos, adornado picos, y forrando toda clase de figuras con papel de color y brillo, que llega a cientos de hogares.

Este proceso artesanal lleva un aproximado de dos días y se hace con todo el amor de la familia Remigio.