El entusiasmo va de regalo: Adrián, el comerciante que alegra los semáforos de León
Por Jorge Rodríguez.
En el cruce de los semáforos de Tepeyac y el bulevar Mariano Escobedo, un personaje peculiar alegra las mañanas de los automovilistas: Adrián Morales, un comerciante urbano de 43 años. Con su carisma y alegría desbordante, Adrián no solo vende su mercancía, sino que también regala entusiasmo a quienes lo rodean.
“Yo le doy gracias a Dios que me dio esa luz de poder ver mi vida otra vez. Yo era un muchacho de la calle, con todos los vicios”, confiesa Adrián, recordando los retos que enfrentó en el pasado. Hoy, ha transformado esos desafíos en motivación para construir un futuro mejor para él y su familia.
Desde hace 13 años, Adrián y sus hijos trabajan juntos en este lugar, ofreciendo frutas de temporada, regalos para ocasiones especiales como el Día de las Madres, el 14 de febrero y el Día de Reyes. Su jornada comienza mucho antes del amanecer, ya que a las 4:30 de la mañana acude a la Central de Abastos para surtirse de productos frescos.
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Foto: Especial TV4[/caption]
“Un cliente es mi motivación”, asegura Adrián, quien disfruta interactuar con las personas. Entre bromas, saludos y hasta bailes improvisados al ritmo de cumbia, crea un ambiente único que convierte su trabajo en una experiencia alegre y auténtica.
La vida de Adrián no ha sido fácil. Desde los 14 años, cuando aprendió el oficio de comerciante gracias a su tío, ha enfrentado dificultades. Sin embargo, su capacidad de superación es un testimonio de fortaleza y gratitud.
“Antes no quería a nadie; mi enojo y el influjo de las drogas me aislaban. Pero ahora, gracias a Dios y a mis clientes, saco para un taco y llevo comida a mi casa”, comparte emocionado.
Hoy en día, Adrián es un ejemplo de honradez y dedicación, no solo para su familia, sino también para quienes lo conocen. “Ahora tengo a mi familia, mis hijos y mi esposa, y trabajo también por ellos”, dice con orgullo. Además, envía un mensaje lleno de gratitud a sus clientes: “Les doy muchas bendiciones y que Dios me los cuide bien harto en su trabajo, para que me sigan apoyando y comprando mi fruta”.
Así que, ¿ya pasó por su fruta?
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